¿Qué es la neurodidáctica? Es aquella disciplina que pone el foco de atención en la didáctica basada en la neuroeducación. Es decir, es el conocimiento de las neurociencias que nos explican los procesos naturales de aprendizaje de un cerebro y cómo llevarlos al aula. Así es como la define José Ramón Gamo, especialista en neurodidáctica y un friki de la educación (tal como él mismo se presenta). En el mes de agosto se llevó a cabo en Lima (Perú) el curso internacional sobre el “TDAH: Impacto en el ámbito familiar y escolar” en el que JR fue uno de los invitados, junto a Zhara Ávila. En esta entrada, haré un breve resumen de algunos puntos desarrollados durante la conferencia de JR y señalaré otros aspectos que pueden resultan controvertidos.
El primer día del curso, JR explicó el funcionamiento del cerebro y el aporte de las neurociencias a la educación (a través de esta plataforma). Destacó el papel que tienen las amígdalas en el aprendizaje como aquellos centros encargados de almacenar las emociones que se activan para poner en marcha los tres dispositivos básicos del aprendizaje: la motivación, la memoria y la atención. Asimismo, explicó qué es lo que sucede con los tres tipos de cerebros (límbico, ejecutivo y cognitivo) en los chicos con TDAH y cómo puede afectarles en su vida diaria. El cerebro límbico sería el cerebro primitivo, encargado de procesar las emociones (como por ejemplo, ira, rabia, alegría, etc.). El cerebro cognitivo es más bien el que se dedica a analizar, sintetizar, conceptualizar, etc. Y el cerebro ejecutivo es el que nos permite planificar una acción, dirigirme hacia un plan determinado y ser capaz de medir las consecuencias o anticiparme a ellas. En los chicos con TDAH este cerebro es el que justamente falla.
JR también se refirió a la “mentalidad de crecimiento” de Carol Dweck. En este estudio se siguieron a dos grupos de alumnos de 12 años durante algunos años. Un grupo de ellos recibió varias sesiones en las que se les enseñó que su inteligencia es maleable (y no, fija) y por lo tanto, ellos podían convertirse en los responsables de su proceso de aprendizaje. Al compararlos con un grupo control, se encontró que estos conocimientos y/o creencias mejoraban su rendimiento.
En otra sesión, JR presentó las fases del aprendizaje significativo a través del rosco del aprendizaje. En este rosco se incluyen aspectos como la motivación, activación de conocimientos previos, procesamiento de la nueva información, consolidación en la memoria a largo plazo, evocación. Planteó las metodologías activas como aquellas metodologías fundamentales para el proceso de enseñanza – aprendizaje de chicos con TDAH. Entre ellas, mencionó por ejemplo: el aprendizaje cooperativo, la gamificación (jugando se aprende mejor), rutinas y destrezas (cultura del pensamiento eficaz), evaluación en el aula (no evaluar para demostrar algo, sino más bien para perfeccionar).
Dentro del taller “Medidas de intervención en el aula para alumnos con TDAH”, JR planteó algunas “medidas adaptativas” para estos alumnos:
- Técnica del semáforo (para los más pequeños): relacionar los colores del semáforo con sus emociones y su conducta (rojo=parar, amarillo=pensar, verde=solucionar)
- Técnica del bonus: se establecen cuatro criterios (como por ejemplo: “no interrumpir”). Y cuando supera el 50% de los criterios obtiene un bonus.
- Dinámica del Trueque
- Petit comité: permite construir una relación vincular con el alumno con TDAH
- Examen secuenciado, intentar separar las preguntas en dos partes
- Generar incertidumbre (despertar curiosidad)
- Ampliación del tiempo en el examen
- No privarles de la estimulación visual
- Evitar ponerles música de relajación
- La obligación de estos chicos es intentar, no de acertar
Por otro lado, Zhara sugirió el libro de Isabel Orjalles como una guía básica y práctica para saber más sobre el TDAH. Por mi parte, yo recomendaría el libro «Alumnos distraídos, inquietos e impulsivos» de Juan C. Ripoll y Mikel Yoldi .
Aquí pongo algunas frases de JR que pueden resultar – como él mismo señaló “demogógicas y controvertidas”
- ¨La mayoría de las dificultades que presentan los niños hiperactivos y la mayoría de los disléxicos se deben al método de la escuela”
- “Es una auténtica barbaridad darles a los niños clases magistrales”. JR señaló que la clase magistral es una metodología totalmente inadecuada en el procesamiento de enseñanza – aprendizaje. Hizo una crítica a la educación tradicional, a las clases magistrales y a los ejercicios repetitivos que, según él indica, resultan perjudiciales para la salud de los niños. Señaló que el maestro invierte 55% de su clase en transmitir información y el cerebro es capaz de procesar solamente entre el 20 y 30% de la información que percibe lingüísticamente. El resto de la información que procesa el cerebro lo atribuye al gesto corporal, gesto facial y el contexto.
- “No hay aprendizaje sin emoción”
- “La información está internet. No tiene sentido que la escuela sea un transmisor de información”
- «Adiós a las asignaturas y fuera los deberes»
En general, valoro el esfuerzo que está haciendo JR para que los maestros adapten sus estrategias y conozcan más sobre el funcionamiento del cerebro. Esta formación en los docentes es necesaria, sin duda. Y el gran número de asistentes a este curso es una prueba del interés que tienen los maestros por capacitarse en este tema. Sin embargo, hay algunos aspectos que me resultaron curiosos y, por otro lado, eché en falta más pruebas o evidencias sobre algunas de sus afirmaciones.
Empezaré con esta frase que está tan de moda «el cerebro necesita emocionarse para aprender». Me pregunto si sólo necesita emocionarse para aprender. Anna Carballo , doctora en Neurociencias, reconoce que el cerebro necesita emocionarse para aprender pero hay que tener cuidado de convertir las aulas en un «frenesí emocional constante». Los niños tienen que aprender también a aburrirse. En este aspecto, Gregorio Luri explica cómo se está tratando la educación emocional en las escuelas, el problema es que se está presentando a la inteligencia emocional como un fin en sí misma enfrentándola a la inteligencia cognitiva. Por otro lado, me pregunto ¿dónde queda el papel de la memoria y de la atención? Sabemos que no hay aprendizaje sin memoria y sin atención.
Y en cuanto a las «metodologías activas», mi pregunta es ¿existen las «metodologías pasivas»? Como bien dice Alberto Royo, «¿hay algo de pasivo cuando leemos, reflexionamos o atendemos?» Precisamente, todo esto lo advirtió en su libro Contra la nueva educación con un subtítulo para tenerlo en cuenta «por una enseñanza basada en el conocimiento». Del mismo modo, ir en contra de las clases magistrales y todo lo que tenga que ver con la educación «tradicional» parece ser que está de moda. Sin embargo, aunque nos guste o no, se sabe que las clases magistrales favorecen el aprendizaje del alumno. Basta con echarle un vistazo a los aportes de Blake Harvard. En este blog, Andrés Bello del Haro describe todos los estudios que respaldan la instrucción directa, explícita y sistemática. Por otro lado, en cuanto a los deberes, en líneas generales se ha encontrado que sí tienen un efecto positivo en el rendimiento académico de los estudiantes (Muijs y Reynolds, 2016). Marta Ferrero lo explica claramente.
Finalmente, si bien es cierto las neurociencias están haciendo grandes aportes a la educación, hay que ser muy cautos cuando nos referimos a estos aportes. Aún hay muchos aspectos que no están bien definidos en Neuroeducación (Bowers, 2016). Con respecto a la neurodidáctica, Ana Carballo señala que los resultados de los estudios neurocientíficos sobre el aprendizaje no son extrapolables a una clase, «contamos con información de lo que hace un cerebro dentro de un tubo de resonancia magnética funcional cuando toma una decisión pero toda la complejidad que conlleva un contexto de aprendizaje como el aula se nos escapa». Por lo tanto, podemos corrernos el riesgo de hacer una mala interpretación de estos aportes y caer en los ya conocidos neuromitos en educación (Howard-Jones, 2014). Lo mismo sucede con la mentalidad de crecimiento de Carol Dweck, quien en esta entrevista ella misma señala que le preocupa que las personas estén simplificando su mensaje y reduciendo los resultados de su investigación. En todo caso, como dice Carballo, las ideas actuales de la neurociencia respaldan teorías pedagógicas que existen desde hace más de 100 años.