Sabemos que la dislexia es una dificultad específica de aprendizaje en la lectura que es de origen neurobiológico y que se caracteriza por dificultades en el reconocimiento preciso y fluido de las palabras debido a un déficit en el procesamiento fonológico.
¿Qué funciona en la intervención?
En el año 2015 Juan C. Ripoll y Gerardo Aguado publicaron un informe muy interesante sobre la eficacia de distintos métodos para tratar la dislexia. Se trata de una revisión en la que se examina la eficacia de distintos métodos para la mejora de la dislexia. Por un lado, encontraron que los programas fonológicos están ampliamente respaldados por la evidencia científica. Mientras que, por otro lado, existen tratamientos de eficacia dudosa, por ejemplo: la integración auditiva, la terapia visual, las lentes tintadas, el método Davis, la musicoterapia, el neurofeedaback, entre otras.
¿Qué deberíamos preguntar antes de decidir por una intervención?
- ¿Hay estudios científicos en alguna revista seria que respalden sus afirmaciones
- ¿Qué formación profesional tienen las personas que promueven la intervención
- ¿Qué otros tratamientos existen para intervenir en esta dificultad de aprendizaje
- Exactamente, ¿qué cambios observaremos en el alumno si la intervención es eficaz?
Hay varias señales que nos pueden alertar de la eficacia de la intervención para tratar las dificultades de aprendizaje:
- Cuando se afirma que la intervención es eficaz para una amplia gama de dificultades, por ejemplo, para la dislexia y para una lesión cerebral.
- Cuando se afirma que la intervención «cura» la dificultad o trastorno.
- Cuando se afirma que la intervención es un nuevo avance, que produce resultados inmediatos o es descrito como un tratamiento «asombroso» o «milagroso».
- Cuando las pruebas que aportan para respaldar la intervención son más bien anécdotas y testimonios personales; no son estudios científicos rigurosos.
- Cuando existe un solo estudio que respalde la intervención o las investigaciones que proporcionan no incluyen estudios comparativos con otro tratamientos.
- Cuando no hay una relación entre la intervención y la dificultad que se está tratando. Por ejemplo, ejercicios de balanceo para la mejora de la lectura.
- Cuando la intervención no está respaldada por el entendimiento real del problema.
- Cuando profesionales expertos no apoyan la intervención.
- Cuando el acceso a la intervención es a través de páginas web, venta de sus propios libros, CDS, etc.
- Cuando las personas que proponen la intervención son las mismas personas que completan la evaluación para decidir si la intervención es adecuada o no.
Resulta muy interesante también la charla de Joana Acha sobre «La intervención en la dislexia: De la evidencia científica a la práctica educativa». Joana Acha es profesora del departamento de Procesos Psicológicos Básicos y Desarrollo de la UPV/EHU. Se puede ver la charla completa → aquí
Es importante que tengamos una actitud crítica y así evitaremos pérdida de dinero, tiempo y esfuerzo.
Referencias
- Ripoll, J.C. y Aguado, G. (2015). Eficacia de las intervenciones para el tratamiento de la dislexia. Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología, 36(2), 85 – 100.
- Stephenson, J., Wheldall, K. y Carter, M. (2014). Is it a scam? Macquarie University
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